Alerta spoiler. Esta escena del primer capítulo ("Un gran sueño") marcó para siempre la vida de Oliver Atom. Un camión lo embistió en plena calle, pero el fútbol -su mejor amigo, el balón- le salvó la vida. La vida, pero no las piernas. Googléenlo y séquense las lágrimas. Sollocen y reclamen su pedazo de infancia de vuelta: la saga de los supercampeones no es más que el sueño afiebrado de un niño en coma que, al ser arrollado por un camión junto a su balón, termina alucinando una carrera como futbolista. Tras vencer a Brasil y levantar la copa mundial, despierta. Su madre lo abraza y el zoom out revela sus muñones. Eso explica todo. Los maratónicos partidos de 15 capítulos, las patadas aéreas, el onírico cesped kilométrico. Referencias hay muchas. Los japoneses suelen preferir finales así de fuertes.
Sin embargo, los optimistas que nunca escasean dicen que es sólo un fanfic, un fake, un rumor viral. Pero lo mismo decían del epiléptico capítulo de Pokemon, del happy ending italiano de Candy y de cuando el Coyote se salió con la suya. Los pesimistas, que nunca son suficientes, aseguran que Tsubasa Ozora terminó sus días como próspero delantero del Deportivo Municipal -rogando haber perdido ambas piernas- bajo el pseudónimo de Masakatsu Sawa. Noten el parecido en ese gol de tijerita.
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