La chica de la metralleta me hizo recordar al chico de la psicoarma, esa especie de catalizador de la energía mental que dispara a matar. Pero en lugar de la pierna derecha se trata del brazo izquierdo (con este post y el próximo prometo cerrar esta involuntaria saga de amputados y tuertos del recuerdo). Cobra, un cruce entre James Bond y Blade Runner donde el martini seco sin agitar es reemplazado por un puro habano. También se ve aquí harta explotación de clichés ("súper agente espacial") y recursos primarios: mujeres en bikini, mujeres desnudas, mujeres gigantes.
La base del guión, sin embargo, es una poderosa historia de Philip K. Dick, caserito de Hollywood (Blade Runner, Minority Report). El cuento We Can Remember It for You Wholesale trata de un gris empleado del futuro quien, ante su poca solvencia, acude a una empresa que implanta recuerdos: una económica forma de tomar unas vacaciones de su rutinaria vida, de dejar de ser él y cambiar de identidad. Entonces cae en la cuenta: alguien ya había implantado un recuerdo en su cabeza. ¿Le lavaron el cerebro al agente secreto para hacerle creer todos estos años que era un simple trabajador más? ¿O el anónimo sujeto está sólo viviendo la fantástica aventura virtual por la que pagó? La noica futurista es relatada con maestría, y el personaje es tan rico en dobleces que hasta Arnold Schwarzenegger lo interpreta bien en ese clásico underrated de Paul Verhoeven, Total Recall. También conocida como 'la película donde un feto habla.
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