El 25 de setiembre de 1953, Jenaro Gajardo Vera compró nuestro satélite natural en 42 mil pesos (hoy serían aproximadamente 68 euros). El abogado de 35 años publicó tres avisos en el diario oficial por si a alguien se le ocurría reclamar la luna. Como nadie respondió, la inscribió en el Conservador de Bienes Raíces de Talca, previo pago, y con la anuencia del notario César Jiménez Fuenzalida. Por supuesto, los inspectores tributarios le tocaron la puerta a pedirle un ojo de la cara sólo en impuesto predial. Jenaro los exhortó a proseguir con la normativa vigente: acudir al lugar para realizar las medidas de la propiedad y determinar así la adecuada tasación.
En 1969, el propio Nixon le solicitó -mediante la embajada gringa en Santiago- el permiso correspondiente para el alunizaje del Apolo XI.
La motivación que impulsó la compra fue sencilla: poder formar parte del Club Social de Talca, que pedía como requisito el contar con alguna propiedad.
En su testamento, Gajardo le dejó la Luna a la humanidad como patrimonio. Y nosotros peleando por un aguardiente.
1 comentario:
Mejor escribe un articulo sobre los extraterrestres.
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